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Cómo entender a los EEUU

6 replies

Bush, el guerrero de Dios y la expansión imperial

El puritanismo religioso y el pensamiento político fueron, a lo largo de la historia norteamericana, un todo indivisible. Ahora, el actual Presidente, conduce el proyecto imperial convencido de cumplir una misión divina.

Usar traje negro y corbata es obligatorio. También rezar antes de cada reunión de gabinete. Y aunque no esté escrito en ningún lado ni es una ley, hoy en la Casa Blanca, “el estudio de la Bi blia no es optativo”. Así cuenta el ideólogo conservador David Frum (el hombre que redacta los discursos del presidente y se jacta de haber ayudado a acuñar la frase “eje del mal”) en el libro que acaba de publicar, El hombre correcto: la sorprendente presidencia de George W. Bush. Al ingresar a la Casa Blanca, Frum supo enseguida qué estaba bien o mal visto. “Faltaste a las clases de Biblia”, le espetaron en su primer día de oficina.

La anécdota no es apenas un detalle de protocolo sino la cara externa de una convicción profunda: George W. Bush, un ex alcohólico recuperado con ayuda de la religión, cree tener una misión divina. Así lo afirman Frum y el periodista Bob Woodward en su libro Bush en guerra. Y esto que podría ser una extravagancia difícil de digerir en sociedades más laicas como la argentina o la francesa, es en Estados Unidos parte visceral de la conformación del Estado, del pensamiento político y de la sociedad.

Si se busca la explicación en la historia, se llega al gran teólogo del fundamentalismo protestante Juan Calvino y su idea sobre la predestinación absoluta, es decir, la existencia de un grupo de hombres y mujeres que aún antes de nacer ya fueron elegidos por Dios. “El predestinado —explicó a Zona el especialista en política y religión Martín Iñíguez de la UNAM— no necesita ser virtuoso ya que ha ganado su salvación sólo por ser un elegido.”

En el plano ético, económico y social, pueden rastrearse las marcas del calvinismo en la sociedad norteamericana. “Según Calvino, la principal y única virtud del hombre es el trabajo, el ahorro y la inversión, una ética, que como bien observó Max Weber permitió el surgimiento del capitalismo. En lo social, la supuesta existencia y condena de las razas sin alma (los indios y los negros) facilitó la xenofobia o el racismo,” continuó el especialista.

Dos corrientes calvinistas perseguidas en Europa llegaron a Estados Unidos. Los “pilgrims” que pasaron por Holanda, se empaparon de las ideas revolucionarias y llegaron en el May Flower en 1620 y los puritanos ortodoxos que arribaron mucho después, ofuscados en sus ideas retrógradas. Los primeros se asentaron en el norte capitalista. Los otros fundaron el sistema agrícola de plantación esclavista en el sur.

“En estas dos corrientes teológicas está, en germen, el pensamiento político demócrata y republicano, uno más flexible y participativo. El otro, más agresivo e intolerante. Pero ambos conservan el concepto calvinista de superioridad y de que están en este mundo para administrar las riquezas materiales.”

Esta lógica arroja una nueva luz a la descripción que Norman Mailer hizo de los seguidores de Bush. Mantienen, escribió, una “corriente genética de 125 años, heredada de esos abogados y banqueros que eran perfectamente capaces de ir a la iglesia el domingo y ejecutarle una hipoteca a una viuda el lunes”. O explica —agregó Iñíguez— por qué Hiroshima o miles de millones de muertes en todo el mundo no generan necesariamente remordimiento.

“Si acumular riqueza y poder es la tarea. Si la salvación es independiente de la virtud, no hay culpa para el predestinado. Comprender esto es fundamental para entender la agresividad de la política exterior norteamericana incluso contra su propio país, como fue el ataque de Pearl Harbor. Ahora se sabe que 72 horas antes los norteamericanos habían descifrado el código púrpura de los japoneses y, sin embargo, permitieron el ataque igual.”

La amalgama que perfeccionó el pensamiento teológico y político norteamericano llegó en 1846, cuando el periodista James O. Sullivan, en el periódico Good morning America acuñó el concepto de “destino manifiesto” y aseguró que Dios no eligió un grupo de hombres y mujeres, sino a un pueblo en su conjunto —EE.UU.— para llevar a cabo su proyecto divino en este mundo. Esto explica los históricos vasos comunicantes con el Estado de Israel. Y también las frases antidemocráticas de Bush cuando dice “que lo bueno de ser presidente es que no tiene que dar explicaciones a nadie” o, en la guerra contra el terrorismo, se “está con nosotros o en contra nuestra”.

¿Qué puede importar la opinión de otros países cuando uno cree presidir la nación elegida para llevar a cabo el proyecto de Dios? En el caso de la actual administración coinciden, de manera alarmante, la convicción de un “destino manifiesto”, un proyecto de expansión imperial y un poder tan inmenso que no podría ser combatido ni con la virtual unión de las 14 mayores potencias militares del mundo.

Aunque (según revela Woodward) Condoleeza Rice “no quiere que hable de eso”, Bush no oculta su obsesiva convicción de ser un elegido. Al terminar su discurso ante el Congreso el 20 de setiembre de 2001, dijo a un colaborador: “Dios quiere que nosotros estemos en la Casa Blanca”.

Ya antes, cuando ganó en 1994 la gobernación de Texas, había colgado en su despacho la letra de un himno: “Tengo una misión, servir a esta época, cumplir con mi deber”. Su autobiografía, significativamente, también se titula, La misión.

Otro ejemplo lo da un consejero muy cercano, el evangelista de Dallas, Tony Evans. “Una de las cosas que lo animaba a presentarse como candidato a presidente eran las enseñanzas bíblicas. El siente que Dios le habla”, recordó.

La mística militar puede encontrarse también en su entorno. En su Texas natal, desde el púlpito de la Iglesia Bautista de Belle View, es frecuente escuchar hoy la legitimación de la violencia, en boca del reverendo Andrew Stewart frente a la aristocracia petrolera local. “Que Dios ilumine al presidente, nuestro coterráneo, y que pueda derrotar a los enemigos de nuestra nación para siempre”, rezan.

¿Puede sorprender entonces que el jefe de la Casa Blanca diga con toda naturalidad que en la guerra contra el terrorismo “Dios no es neutral”?

Muchos intelectuales en todo el mundo —entre ellos muchos norteamericanos— reaccionan contra esa idea. No será la primera vez en la historia que la expansión imperial y la codicia hegemónica se disfracen “de necesidad histórica”, opinó Enrique Gil Calvo en el diario español El País al advertir, refiriéndose a una guerra contra Irak, que el mesianismo puede caer “en la práctica del crimen colectivo a gran escala si no se lo detiene a tiempo”.

Sostenido en un sistema de creencia religiosas irracional, con un poder militar inigualable y con controles institucionales (Congreso) laxos, Bush está a punto de dar los pasos que llevarán al mundo hacia un “nuevo orden internacional” regido por la coacción y la fuerza bruta.

Un plan arcaico y suicida que la “vieja Europa” ya probó. “El planeta es demasiado plural para encajarlo en una lógica binaria monoteísta del bien y el mal,” le recordó el francés Regis Debray a la Casa Blanca. La historia lo enseña una y otra vez, en el mundo no hay lugar para los elegidos y los pueblos predestinados no renacen de sus cenizas.

No se quien escribió eso, pero cierra muchas cosas...

lástima que hay gente que no lo puede entender...como el cabeza dura de coyboyusa

haha Ferdan, muy bueno :D

Ferdan fuiste vos quien lo escribio.... dice tu nombre en ambos mensajes-

Lo saqué de otro lado, lo único que hice fue copiar y pegar ;)

tramposa! yo tambien crei que lo habias escrito tu. Ya estaba diciendo.... mira que bien que escribe!

tramposO!

en el segundo post aclaré que no era mío :)

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